domingo, 24 de julio de 2011

¿LOS APRENDIZAJES AFECTIVOS Y SOCIALES TAMBIÉN SE ADQUIEREN EN LA ESCUELA?


Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar...

La educación es fundamental para la felicidad social;

es el principio en el que descansan la libertad

y el engrandecimiento de los pueblos.

Benito Juárez





¿LOS APRENDIZAJES AFECTIVOS Y SOCIALES

TAMBIÉN SE ADQUIEREN EN LA ESCUELA?

POR: Roberto Govea y Felipe Cárdenas

Actualmente los adultos nos quejamos de la pérdida de valores de los más jóvenes y pequeños. Argumentamos que la tecnología y los medios masivos de comunicación son los responsables de ello. Y tal vez en cierta medida lo sean, pero nosotros también, como parte de una comunidad educativa, nos hemos olvidado de la formación de nuestros pequeños y les exigimos lo que no han aprendido ni en casa, ni en la escuela.

El presente trabajo está encaminado a reflexionar sobre la importancia de la vivencia de valores y actitudes en el salón de clase: la colaboración, el respeto, la cooperación, el servicio, la democracia, la tolerancia, la honestidad… En fin, todo lo que nos ayuda a mantener una sana convivencia con los otros. Pues si los alumnos se habitúan en la vivencia de dichos valores en la escuela, éstos van a trascender a la familia y por tanto a la sociedad.

El trabajo se apoyará en las ideas de algunos pedagogos estudiados en la clase de Historia de las Teorías Pedagógicas, impartida por la maestra Angélica María Ramos Méndez.

En un primer momento se habla de las costumbres adquiridas en casa o fuera de la escuela y que marcan la pauta de las actitudes y valores que el niño vive. Se hace una reflexión sobre la importancia de tomar esas experiencias como conocimientos previos en las dimensiones afectiva y social y partir de ellas para que el alumno tenga logros y aprendizajes significativos también en ambas dimensiones.

Después se habla sobre el papel del docente dentro de este aspecto, pues de él depende mucho el avance o retroceso de los alumnos en este sentido. Puede ser un juez o un facilitador de experiencias y apoyos en este campo. En dicho punto se resalta la confianza que deposita el docente en sus educandos, pues es la base para que se sientan capaces de lograr algo.

Se aborda la función y el objetivo de la escuela y para finalizar se invita a analizar la práctica docente, a fin de hacer los cambios necesarios para formar personas íntegras, atendiendo todas las dimensiones; pues sólo así podrá haber cambios individuales, grupales y sociales.

Comencemos pues esta reflexión con una frase de Michael de Montaigne "No es una mente, no es un cuerpo lo que educamos, es un hombre, y no debemos hacer dos partes de él."

“La fuerza de las experiencias primeras y de los habitus que se inculcan de manera tan disimulada cuanto eficaz y duradera, van a condicionar y determinar los aprendizajes posteriores, de modo tal que toda experiencia pedagógica debe contar con su presencia.” (Bourdieu – Passeron, la escuela y la reproducción social).

Debemos tomar en cuenta los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los niños han adquirido en casa o en experiencias extraescolares, para poder partir de aquí. ¿Por qué si en la cuestión cognitiva tomamos en cuenta los conocimientos previos para partir de ellos y propiciar el nuevo aprendizaje, no hacemos lo mismo en la cuestión afectiva y social? Es muy fácil para nosotros los docentes, etiquetar a un alumno de indisciplinado y caso extraordinario, difícil o perdido; sólo porque muestra actitudes distintas a las de los demás o que para nosotros son inadecuadas. Dónde dejamos entonces estos pensamientos de Bourdieu de tomar en cuenta esas experiencias anteriores. ¿Qué hacemos por un alumno así? ¿Nos sentimos jueces? ¿Amigos? ¿Autoridad? ¿O mostramos actitudes de indiferencia?

Un alumno en un buen ambiente de clase “Está libre del daño de un exceso de tensión, de sentimientos de inferioridad y de otras experiencias que son capaces de ser la causa inconsciente de desórdenes mentales profundos más adelante en la vida.” (El método Montessori).

“El niño también lleva consigo intereses y actividades de su hogar y del entorno en que vive y al maestro le incumbe la tarea de utilizar esta “materia prima” orientando las actividades hacia “resultados positivos.” (Mayhew y edwards, 1966, pág. 41). Uno de los mayores obstáculos y retos que se nos presentan a los maestros de este tiempo es que la “materia prima”, en cuestión afectiva y social, de cada uno de nuestros alumnos es muy distinta, pues en ella se reflejan las personalidades de cada uno. La dificultad mayor radica en saber hasta dónde debemos corregir, qué tanto le debemos exigir en este campo. Ya que nuestro trabajo debe estar “…basado en un profundo respeto por la personalidad del niño…” (El método Montessori)

Sin embargo, un buen docente puede lograr que esas “materias primas” de sus alumnos, con defectos y virtudes, con potencias e impotencias, con fortalezas y debilidades, lleguen a brindar lo mejor de sí, como dice Mayhew y Edwards a alcanzar “resultados positivos”. En nuestra experiencia hemos tenido la oportunidad de conocer alumnos que sólo esperan que confiemos en ellos y tienen grandes logros y satisfacciones personales y grupales.

Carl R. Rogers cree fundamental y radicalmente en la persona y en sus posibilidades (Mota, F., C. R. Rogers: Una educación centrada en el alumno, Revista “Academia”) pues frecuentemente es lo que los alumnos necesitan: atención y confianza. Sus padres trabajan todo el día y prácticamente son alumnos solos, inmiscuidos en un mundo virtual, en el que uno es lo que quiere ser. Y en ese mundo se mueven como peces en el agua, pero en el mundo real no saben qué hacer, ni qué decir, ni cómo convivir. Es triste pero cierto.

Por ello somos de la idea de que los docentes debemos apostar todo por nuestros educandos; ayudarlos y agotar todas las posibilidades antes de decir que es un caso imposible y que queda fuera de nuestra clase, o peor aún de la escuela. Como dice Mota “El maestro confía plenamente en sus capacidades, le ayuda en su comunicación y facilita su aprendizaje” (Mota, F., op. Cit).

Cabe mencionar, que no hablamos de solapar las conductas o actitudes inadecuadas del alumno; o de justificarlas porque vive tal o cual situación en casa. Pues en este caso, nuestro “apoyo” estaría siendo perjudicial y nos convertiríamos en cómplices. El niño o muchacho debe comprender que está actuando mal, convencerse de ello y modificar por gusto o conveniencia, en un primer momento, esas acciones. “Logra una disciplina alta… que tiene su origen dentro del niño y no está impuesta desde afuera” (El método Montessori).

“El aprendizaje significativo desarrolla la personalidad del alumno y al abarcar la totalidad de la persona es más perdurable y profundo” (Mota, F., op. cit.). Entran aquí las propuestas que se nos hacen en la Reforma Educativa, de propiciar en el alumno la adquisición de competencias, que no son otra cosa que el conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que atienden las necesidades físicas, cognitivas, sociales y afectivas de los alumnos de nuestro tiempo. Es decir, que desarrollan integralmente a nuestros niños y jóvenes.

Sin embargo, habemos docentes que seguimos encaminando nuestras prácticas sólo al desarrollo de conocimientos y habilidades. Dejando de lado las actitudes y los valores. Y mal hecho, porque en la vida real son más necesarias y prácticas las actitudes y valores en la convivencia, que los conocimientos. ¿Estaremos creando también en el aula un mundo irreal? Ojalá que no, porque imaginemos a nuestros alumnos, en horario escolar viviendo un mundo irreal y en horario extraescolar viviendo un mundo virtual. ¿A qué hora son ellos mismos? ¿En el futuro serán buenas personas y ciudadanos? "La escuela no debe ser una preparación para la vida; la escuela debe ser la vida misma." (Elbert Hubbard).

Juan DelVal ve como objetivo principal de la escuela contribuir a la formación individual y social del alumno, proporcionándole los recursos que le permitan ubicarse en una posición autónoma y crítica, pero de relaciones positivas dentro del grupo social al que pertenece. (Giroux: Teoría de la resistencia y la educación). Sería bueno que analicemos nuestras clases, que evaluemos lo que hasta ahora hemos hecho y que hagamos las modificaciones pertinentes para atender integralmente a nuestros alumnos. Pues “La función del maestro… como facilitador del aprendizaje, debe crear un clima de aceptación en el grupo. Este es más importante que las técnicas que emplea; debe ser permisivo y comprensivo y que respete la individualidad”. (Mota, F., op. Cit)

Para finalizar, queremos exhortar a todos a contemplar la posibilidad de trabajar las dimensiones afectiva y social en nuestros alumnos. Hay que ayudarles a vivir la realidad, a convivir sanamente, a saberse capaces de muchas cosas pero necesitados de otras, a saber ofrecer una disculpa, a aceptarla de corazón, a reconocer que no todo sale bien pero con perseverancia se pueden alcanzar las metas…

BIBLIOGRAFÍA

Texto publica en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada. La Escuela Nueva de J. Dewey. (París. UNESCO: Oficina Internacional de Educación), Vol. XXIII, nos 1-2, 1993, págs.. 289-305.)

El Método Montessori (Información proporcionada por la maestra de la asignatura).

Montessori, M. (2003). “El método de la pedagogía científica, Aplicado a la educación de la infancia”, Biblioteca Nueva, Madrid, España.

Freinet y la educación del trabajo (Información proporcionada por la maestra de la asignatura).

http://www.uhu.es/cine.educacion/figuraspedagogia/0_celestin_freinet.htm

Bordieu - Passeron, la escuela y la reproducción social. Información proporcionada por la maestra de la asignatura).

BOURDIEU y PASSERON (1977). La escuela y la reproducción social. Laia. Barcelona.

Giroux: Teoría de la resistencia y la educación. Información proporcionada por la maestra de la asignatura).

Mota F., C.R. Rogers: una educación centrada en el alumno, Fuente: Revista “Academia”.

http://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/2018526/Frases-celebres-sobre-educacion.html

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